viernes, 3 de junio de 2011

1

Siempre me mofaba de los que sucumbían ante las provocaciones de la inmadurez, confiado siempre de mi juicio y mi temple. Creía que las trampas de la ira, eran algo de lo que Dios me había hecho inmune, oh si tan sólo hubiera sabido lo equivocado que estaba.

Esa tarde era como cualquier otra del verano, mi acostumbrada caminata por el parque central ya casi llegaba a su fin, cuando mis ojos encontraron su mirada. Era perfecta, la más épica poesía a la belleza femenina, una virtud en cuerpo de mujer, su dorado cabello se arremolinaba en el mar de su cabeza, mientras su piel de porcelana brillaba con los vestigios del sol de la tarde, en su azul mirar me perdí por varios segundos, inconsciente de que su mirada me examinaba atenta y burlona mente, mientras mi caminar se entorpecía por mi falta de atención al camino por el que transitaba.

Al salir de tan penoso transe, me dispuse a acercarme a la bella dama, quien al verme acercarme no pudo mas que sonrojarse e intentar mostrar una mirada distraída hacia los lejanos valles del horizonte.

-W.P. Levik es mi nombre señorita, encantado de conocerla
-Mi estimado señor-dijo al tiempo que hacia una reverencia- tenga usted una bella tarde.
-Mi tarde ha sido bella desde que con usted crucé la mirada, disculpe mi atrevimiento, pero no puedo irme sin saber su nombre
-Pues lamento escuchar eso ya que mi tiempo aquí es demasiado limitado, tanto que creo que debo irme ya, lamento no poderle ofrecer la información que desea, pero en verdad el carruaje me espera. ¡Encantada de conocerle W.P. Levik!

Mi ira se cocinaba en los profundos hornos de mis entrañas, apreté mi puño con inhumana fuerza contra el bastón que sostenía, mientras mi mirada se fijaba en el viejo carruaje tirado a caballos que se alejaba por la calle principal. Tal fue mi ira que no quise llegar a casa. En vez de eso seguí divagando por perdidos callejones, entre maleantes y prostitutas, los hijos olvidados de las ciudades desarrolladas. Como cualquier otro vago, me perdí en el primer bar que vi abierto, el whisky sabe mejor cuando estás demasiado ebrio como para seguir sintiendo el ardor de su correr por la garganta.

Después de agotar el dinero del que disponía en esa cruel noche, me enfile por fin a mi hogar, dando tumbos a cada farola y maldiciendo un nombre que no conocía, la doncella de azul mirar, era ella la culpable de mi intoxicación, no sólo de whisky sino también de tan enferma obsesión.

De pronto sin avisar, de entre las sombrias calles desconocidas para mí, emergió un hombre alto y bien peinado, vestido a la ultima moda londinense, bien peinado y con bigote estéticamente recortado, un bastón en su mano derecha y guantes negros con un extraño símbolo en forma de estrella bordado en ellos. Mi intriga sobre aquel hombre no hubiera sido especial de no ser porque este se postro frente a mi impidiéndome el paso.

-Levik, cuanto tiempo sin verte.

Mi corazón dio un vuelco que casi lo sale de mi cavidad torácica, la voz de aquel hombre resonó hasta el ultimo milímetro de mi cuerpo, estremeciendo cada poro de mi piel. No lo reconocía, pero algo en el provocaba una incomoda sensación. Se sentía una pesada atmósfera de desdén y maldad que casi hacia imposible mi respirar.

-¿Quién es usted? -respondí inquieto- ¿qué quiere usted conmigo? aléjese no le conozco.

Pero aquel hombre seguía frente a mi. Su mirada penetraba en mi alma como la de un asesino ante su victima justo antes del golpe final. El miedo me invadió cuando aquel hombre dibujo en su rostro una horrible mueca, parecida a una sonrisa, vi el fuego de sus ojos penetrar mi alma y quemarla poco a poco.

-¿En verdad la deseas Levik?, ¿en verdad te gustaría estar con tu dama de azul mirar? Yo puedo ayudarte, por el justo precio.

-¿De que está hablando?

-Tú sabes a lo que me refiero Levik, la dama del parque, hoy por la tarde, ¿en verdad la deseas?, yo puedo ayudarte.

Una fría gota de sudor deslizo por mi frente, mientras mis oídos no daban crédito a las palabras pronunciadas por aquel hombre, ¿quién era él? ¿me había seguido todo el día? ¿estaría la dama de azul mirar en peligro?

Por fin el silencio se derrumbo ante las palabras del misterioso hombre.

-Puedo ver dentro del laberinto de tu corazón Levik, se te ha quedado grabado en lo más profundo, ese palpitar especial provocado por sus ojos, eres un idiota, apenas la conoces y ya te has encaprichado tanto. Vamos Levik, pídemelo y te ayudare.

-¿Quién eres?

-Alguien que te puede ayudar, ahora dime, ¿me escucharás?...


Fin del capitulo Primero

No hay comentarios:

Publicar un comentario